Desde la recuperación de la Democracia en 1982, el país ha trabajado en dos grandes proyectos de reforma de la educación sobre la premisa de que de todos, es el mayor desafío del país: La Reforma Educativa de 1994 y la de 2011. Se diga lo que se diga, las dos son complementarias en lo esencial, aunque el enfoque ideológico y algunas cuestiones estructurales aparezcan como antagónicas y enfrentadas.
La Reforma de 2011, igual que la Constitución, tiene como defecto el exceso de palabras que definen y califican, y que pueden llevarnos a la confusión y a perder de vista los aspectos verdaderamente importantes referidos a cantidad y calidad educativas. Este es el recuento de cómo define a nuestra educación la Ley Siñani-Pérez: El derecho a la educación es “universal, productivo, gratuito, integral, intercultural y sin discriminación”. La educación es “unitaria, pública, democrática, participativa, comunitaria, descolonizadora y de calidad, intracultural…